miércoles 26 noviembre 2014 - 09:45:05  |  Enviado por webmaster,
LOCALIZACIÓN                
       Callejero

Alcalá la Real, declarada Conjunto Histórico Artístico desde 1.951, está situada en el corazón de la Sierra Sur, al suroeste de la provincia de Jaén y limítrofe con las provincias de Granada y Córdoba, constituyéndose en encrucijada de Andalucía Oriental. El Término municipal, de 263 Km. cuadrados, muestra la forma de una paloma en vuelo y consta de 14 aldeas además del casco urbano. La altitud media es de 942 metros sobre el nivel del mar. Esta altitud, junto a las lluvias y temperaturas, conforman un clima benigno y fresco la mayor parte del año. Alcalá la Real pertenece a la comarca "Sierra Sur". Geológicamente es una continuación de la Subbética Cordobesa, pero con las tradiciones y vínculos étnico-culturales propios. La constituyen varios municipios del sur de Jaén (Alcalá la Real, Alcaudete, Castillo de Locubín, Fuensanta de Martos, Frailes  y Valdepeñas de Jaén), aunque por su situación fronteriza traspasa los límites provinciales y encuentra vínculos con pueblos vecinos de Granada y Córdoba (Montefrío, Íllora, Moclín, Noalejo y Almedinilla). 
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HISTORIA
La que debió ser la primera ocupación de las tierras de Alcalá la Real en la Edad de Piedra no ha dejado, por el momento, referencia arqueológica alguna. No obstante, la localización de este territorio entre las cuevas del Plato, la Chatarra y la Murcielaguina en Castillo de Locubín y la muy conocida Cueva de los Murciélagos en Zuheros, en la provincia de Córdoba, no deja lugar a dudas de que, a partir del V milenio antes de Cristo, durante el periodo Neolítico, el actual térrmino de Alcalá la Real fue recorrido y posiblemente habitado por grupos de pastores.
Durante el tercer milenio antes de Cristo los grupos citados estabilizaron su hábitat en la zona. Para entonces habían logrado controlar otras materias primas como el cobre y con ello entrar en la Edad de los Metales. Al comienzo de esta nueva fase histórica, durante la Edad del Cobre, se produjo la ocupación de los cerros de San Marcos y la Mesa. El primero se sitúa al norte del centro urbano de Alcalá la Real y el segundo sobre una gran meseta muy próxima a la aldea de Ribera Alta. Ninguno de los dos sitios ha sido excavado, por lo que la información obtenida hasta ahora es de prospección de superficie y de hallazgos casuales. De los pobladores de este momento sabemos que vivían en cabañas de planta circular. Era muy frecuente en este periodo el uso de grandes fuentes de cerámica con el borde engrosado, y de instrumentos para la agricultura como las azuelas de piedra pulimentada o los dientes de hoz para ser enmangados en un hueso. Todos estos materiales se documentan en los dos sitios localizados. La vida en ellos debió continuar durante la Edad del Bronce en el segundo milenio antes de Cristo, ya que en superficie se han documentado desde fragmentos de vaso campaniforme hasta las características copas argáricas. Posiblemente, más que una ocupación por gentes argáricas llegadas del sureste peninsular, lo que se produjo fue una aculturación de la población de la zona, que tomó algunos de los elementos más característicos argáricos.
Hasta el momento los enterramientos de los periodos correspondientes a las Edades del Cobre y del Bronce, es decir, a los siglos III y II milenio antes de Cristo, han sido de tres tipos: En primer lugar se han descubierto enterramientos en cistas, en ocasiones de gran tamaño, que son cubos construidos con lajas de piedra, enterrados en la tierra. Se ha observado la existencia de este tipo de enterramiento en las proximidades de la aldea de Villalobos, también cerca del cortijo de Utrilla y en el cerro de Mariblanca, los tres sitios al sur de Alcalá la Real. El cuarto lugar, aunque no está claro que sea una cista,  se localizó en el mismo casco urbano de Alcalá la Real, en la calle Granada. El hallazgo en este último caso de un hacha de bronce y huesos humanos es suficiente para justificar la primera ocupación de lo que hoy es el emplazamiento de la ciudad. La cista mejor conocida es la de la aldea de Villalobos. Se trataba del enterramiento de una pareja, flexionada y colocada de costado. El ajuar lo componía un cuenco hemisférico decorado, un vaso con perfilen forma de ese, al menos tres hojas de cuchillos de cobre y una pequeña espiral de plata, posiblemente un anillo. El enterramiento poseía las características de un ajuar típico de la cultura argárica, pero sin embargo, de ser de gentes de este grupo, hubiera tenido que aparecer bajo los suelos de las casas del poblado; lo que quiere decir que los individuos enterrados eran autóctonos, si bien habían incorporado materiales propios de otras regiones más desarrolladas.
El segundo tipo de enterramiento ha sido documentado en las canteras que se disponen frente al cerro de San Marcos. Se trata de cuevas artificiales excavadas en el escarpe arenisco que mira hacia San Marcos, el sitio en que debió estar su poblado. Una de ellas presenta una construcción mixta mitad cueva artificial, mitad megalito. La cueva se excavó en la roca, pero la puerta fue trabajada con varios resaltes para encajar una losa de cierre y se colocó sobre la cámara una gran losa de cubierta.
Precisamente el megalito, es decir, la tumba construida con grandes lajas de piedra, es el tercer tipo de enterramiento. Se trata de los dólmenes con o sin corredor de entrada. En el camino que conducía a Íllora existieron varios dólmenes: el del Hoyón, sin corredor y con planta de forma pentagonal, el dolmen de la Corcoja y el del Herradero. Lamentablemente hoy no ha quedado rastro de ellos.
Del periodo que se abre con el inicio del primer milenio antes de Cristo apenas se conocen lugares de ocupación; sólo el cortijo de la Gineta muestra en superficie y entre los restos de su reciente expolio, materiales que corresponden al Bronce Final, es decir, a los momentos anteriores al florecimiento de la Cultura Ibérica. A partir de este periodo el territorio de Alcalá afirmó su clara posición de frontera entre dos áreas. De una parte la granadina, de la que es buen ejemplo no sólo el cerro de la Gineta, localizado muy al sur del término, sino incluso el mismo asentamiento de la Mesa en la Ribera Alta, que aunque no ha dado restos reconocibles del Bronce Final se reconoce en plena vigencia en los primeros momentos de desarrollo de la Cultura Ibérica, en los siglos VI-V antes de Cristo. En cambio el área norte del término se incluyó, con el valle del río San Juan, en un territorio que sufrió en los primeros siglos de la Cultura Ibérica un fuerte despoblamiento. En el siglo II antes de Cristo, es decir, en los años inmediatamente posteriores a la conquista de Roma, el espacio fue objeto de una colonización con gentes indígenas túrdulas del norte de la Campiña de Jaén, ya que topónimos de la zona como Ipocobulcola oIliturgicola recuerdan los nombres de Ipolca Obulco, que fue Porcuna, e Iliturgis, que se localizó en Mengíbar.
En todo caso la información arqueológica de la ciudad de Alcalá es complicada para este periodo, ya que si bien al menos tres inscripciones halladas en el cerro de la fortaleza de La Mota avalan la ocupación en época romana, no hay pruebas para los periodos ibéricos inmediatamente anteriores. Ello podría hacer suponer o que Alcalá es una fundación de un momento avanzado de la etapa romana, o que las obras de explanación romana destruyeron los restos de etapas anteriores. Por lo demás el territorio no deja lugar a dudas de una profunda romanización: así lo confirma el puente sobre el Guadalcotón o los restos de vía que conducen a Martos, pero sobre todo el hallazgo de una pequeña escultura de mármol que representa a Heracles (Hércules), el héroe mediterráneo por excelencia, y que se ha atribuido a una copia romana de una obra griega del siglo V antes de Cristo del taller de Mirón.
En el siglo VIII se asentaron en Alcalá la Real varios clanes árabes como los Banu Yahsub y los Banu Sa'id. En los primeros siglos Alcalá aparece citada en las fuentes con dos nombres, Qal'at Astalir, debido ala existencia en ella de una importante fuente, y Qal'at Yahsub. Pero en el siglo XII la importancia y prestigio del otro grupo conseguirá que sea su nombre el que designe a la localidad: Qal'at BanuSa'id, que pasará a las crónicas cristianas como Alcalá Benzayde.
Aparte de ello, sólo tenemos noticias de Alcalá la Real en las épocas de crisis, como por ejemplo los enfrentamientos que tuvieron lugar en estas tierras al final del Califato de Córdoba, a principios del siglo XI. La inseguridad existente se advierte en los hallazgos de tesorillos de joyas y monedas realizados en las aldeas de Charilla y Ermita Nueva. Cada uno de estos tesorillos parecen constituir el conjunto de las riquezas de una familia campesina, formados por los dirhams (moneda de plata) quizá acumulados para efectuar los pagos fiscales, y las joyas de la mujer, tal vez procedentes de ladote.
El clima de inestabilidad producido por los constantes cambios políticos en Al-Andalus a partir del siglo XI, luego la pugna en torno a ella entre castellanos y granadinos desde 1213, en que fue conquistada por primera vez por Alfonso VIII, hasta su conquista definitiva por Alfonso XI el 15 de agosto de 1341, y finalmente su posición fronteriza hasta 1492, determinaron el constante reforzamiento de sus defensas, que pasaron de ser de tapial a estar revestidas de mampostería, y de tener un solo recinto en la cima, a un importante cinturón de torres de vigilancia, unas construidas por los musulmanes y otras por los cristianos.
Los albores de la era moderna hallaron a los alcalaínos inmersos en la guerra de la Reconquista, en la que Alcalá, a la que los propios Reyes Católicos otorgaron el título de ciudad, ocupó una privilegiada posición de frontera. Privilegiada por lo que suponía de avanzadilla bélica en los límites orientales del reino nazarí; pero privilegiada también por el rico y floreciente comercio fronterizo que en esos tiempos de inseguridad e inestabilidad mantuvo con las muy pobladas vecinas tierras de moros. De hecho muchos autores han asimilado el final del periodo de la reconquista con el final de una época dorada para la ciudad en el último tramo del bajo medievo,  ya que incursiones y acosos como los sufridos por Alcalá en 1488 venían a constituir sólo hechos aislados, los últimos ejercicios de fuerza de un poder, el nazarí, que se desintegraba a pasos forzados.
El hecho de que muchos de los privilegios de la ciudad, e incluso su representación en Cortes, se remontaran al menos a 1351, en pleno reinado de Alfonso XI, marcó el devenir alcalaíno en el inicio de la nueva era, en la que el continuismo y la novedad convivieron no sin dificultad. La apertura el 30 de mayo de 1492 de una segunda puerta en la ciudad -hasta entonces por la guarda de la ciudad sólo había una- evidenciaba la novedad de la paz. La pujanza acrecentada de las familias nobiliarias o el no menos agudo enfrentamiento con el poder regio en defensa de privilegios y particularismos apuntaba, en cambio, líneas de continuidad con un pasado no muy lejano.
Esta continuidad se vio manifiesta en el ostensible peso social y político que siguieron teniendo los hidalgos alcalaínos. En efecto, si en 1495Alcalá la Real contaba ya con la nada despreciable cifra de 105 vecinos ennoblecidos de un total de 555, en 1502 aquél número se vio incrementado en 49nuevos títulos otorgados a otras tantas familias por los Reyes Católicos en recompensa al valor y apoyo prestado durante la conquista de Granada. Esta llamada nobleza urbana, por otra parte, y al igual que en el resto de las ciudades del reino, arrastraba sobre sus espaldas un largo pasado levantisco y de organización y enfrentamiento en bandos y facciones; si bien cabe decir que la participación de la ciudad en los conflictos sucesorios y dinásticos del inicio del Quinientos en Castilla no alcanzó nunca el protagonismo que en tales hechos tuvieron ciudades vecinas como Jaén, Úbeda o Baeza.
A lo largo de todo el siglo XVI Alcalá la Real participará activamente en los procesos de repoblación y roturación que siguieron, por un lado, a la paz, en los territorios de frontera, y, por otro, a la sublevación morisca de 1568-70, para llenar parte del vacío dejado por los sublevados, en poblaciones granadinas de las Alpujarras y en Almuñécar. Los flujos migratorios relacionados con el problema morisco afectaron además a Alcalá en la dirección inversa, esto es, con la llegada a la ciudad de unos 1.000 moriscos deportados en 1571 por orden expresa de Felipe II en prevención de futuros actos sediciosos. Y estos movimientos poblacionales se complementaron, a su vez, con la presencia efectiva de vecinos de Alcalá la Real en la gran empresa transoceánica castellana de los siglos XVI y XVII: la conquista de los territorios americanos. En la misma, la participación de los alcalaínos significó, sólo en el siglo XVII, el 3,4% del total de los contingentes humanos aportados por los territorios de lo que hoy constituye la provincia de Jaén.
Quizás uno de los hechos que más van a caracterizar el devenir institucional de la ciudad a lo largo de la primera mitad del siglo XVI no sea otro que el de la defensa de los privilegios contra las pretensiones centralizadoras y de burocratización ya apuntadas por los propios Reyes Católicos y claramente consolidadas con los primeros Austrias. Estas difíciles relaciones entre los procuradores y demás representantes de la ciudad y la institución monárquica van a tener en el 28 de mayo de 1526, en la figura del Emperador Carlos V, uno de sus puntos más críticos. El fuero común tributario en cuanto al pago de alcabalas -de las que tradicionalmente había estado exenta la ciudad por ser territorio fronterizo al moro-, impuesto por el Emperador Carlos V a sus territorios tras el fracaso del levantamiento comunero, constituyó la espoleta de la revuelta e indignación de las instituciones y de las reclamaciones de los procuradores en Cortes en defensa de los privilegios de la ciudad. El enfrentamiento concluyó, formalmente al menos, con el conocido episodio del Juramento de Carlos V, en el citado año de 1526 ante las puertas de Alcalá la Real, de guardar sus privilegios, inmunidades, gracias y mercedes. Sin embargo finalmente la ciudad tuvo que pagar fuertes sumas para poder seguir disfrutando de la exención. 
La nobleza urbana alcalaína siguió teniendo en el ámbito rural y en la actividad agropecuaria su fuente básica de recursos, ampliados además ahora, en no pocas ocasiones, mediante donaciones, enajenaciones, roturaciones o usurpaciones de terrenos de titularidad colectiva. En todo caso, esta nobleza iría perdiendo progresivamente el carácter levantisco de antaño, para dejar paso, con el desarrollo de la modernidad, a una actitud de serenidad y de acomodación a la estructura administrativa e institucional de la Monarquía.
Ya en el siglo XVIII Alcalá la Real experimentó, especialmente desde mediados del mismo, algunos cambios que evidenciaban la llegada del despotismo ilustrado a la ciudad y un cierto alejamiento de las largas décadas de decadencia y letargo de la centuria anterior. Cambios que, en última instancia, no acabaron erradicando los males que arrastraba ya de lejos su economía así como tampoco algunos de sus rasgos de territorio de frontera. En efecto, en 1661 y como consecuencia de la campaña de Portugal, Alcalá la Real ya debió soportar el paso, hospedaje y abastecimiento de tropas reales; ahora, en los momentos finales del Absolutismo y del propio siglo XVIII, se volverán a repetir, agravadas eso sí, las mismas estampas. La crisis dinástica del final del reinado de Carlos IV y la invasión de las tropas napoleónicas, ya en el siglo XIX, constituirán el trasfondo de un nuevo periodo de inestabilidad política, social e institucional. Su carácter de territorio de paso en el camino a Granada convirtió a Alcalá la Real en objetivo de las tropas francesas, una vez que éstas emprendieron la ocupación de las Andalucías. La ocupación de la ciudad se hizo finalmente efectiva en enero de1810 por parte del ejército del general francés Sebastiani, no sin antes verse obligado a librar batalla, primero, con los restos del ejército del general Freyre y, luego, con los propios vecinos en las inmediaciones y calles de la ciudad. La presencia francesa se prolongó hasta septiembre de 1812 y durante la misma los alcalaínos tuvieron que soportar las penurias e imposiciones del ejército de ocupación, aunque no siempre con resignación, ya que a los numerosos tumultos por las carestías se les van a sumar actuaciones guerrilleras de resistencia en la zona, de entre las que destacaron las protagonizadas por un labrador de la localidad, Juan Nieto El de las Hazañas. Así mismo, destacable también en este sentido fue la actividad desplegada por el general Lastres, hijo de Alcalá la Real, que luchó contra Napoleón en Francia, Alemania, Dinamarca y España.
Durante el periodo de la dominación francesa se produjeron además enfrentamientos entre oligarquías e instituciones locales, así como entre éstas, representadas en la Junta de Defensa Local, con la Junta Suprema Gubernativa del Reino de Jaén. No se olvide, en este sentido, que la labor legislativa de las Cortes de Cádiz iba encaminada a acabar con los particularismos y privilegios del pasado. De esta forma, Alcalá la Real, ciudad en Cortes desde antaño, sufrió los reveses de la nueva legislación liberal. Así, la nueva organización electoral borraba la autonomía de la ciudad y la hacía depender, por vez primera, de la ciudad de Jaén para la designación de Diputados Generales por la Provincia. Habrá que esperar a 1834, a la promulgación del Estatuto Real, para que el ansiado Partido Electoral de Alcalá la Real -integrado por esta ciudad y sus aldeas, Alcaudete, Castillo de Locubín  y Frailes- se convierta en una realidad.
Mientras, a los saqueos de la dominación francesa le siguió la inestabilidad política y los ajustes de cuentas del periodo fernandino. Al igual que en otros muchos pueblos y ciudades, el estamento eclesiástico fue el más directamente afectado por los envites del reformismo liberal. En efecto, a las destrucciones de la época francesa les siguieron ahora las medidas desamortizadoras de la primera mitad del siglo XIX: Godoy, el Trienio Liberal, Mendizábal y, finalmente, Madoz. Exclaustraciones que afectaron en Alcalá la Real al convento de religiosos de San Francisco, al de Consolación, al de los padres Terceros de San Francisco, al del Rosario y al de los Capuchinos. Pero estas reformas liberales, muy a pesar de sus propósitos iniciales, no lograron sus objetivos de modernización y mejora productiva. En efecto, Alcalá la Real, a mediados del siglo XIX, seguía ofreciendo una clara imagen de ciudad agropecuaria y cerealícola. Los ingenios industriales apenas si existían: sólo algunos telares tradicionales de lienzos comunes y una pequeña y también artesanal industria de paños bastos para el autoconsumo de la población. El intento fallido de constitución en la ciudad, durante el Trienio Liberal, de una Sociedad Económica de Amigos del País es una prueba más, esta vez simbólica, del estancamiento de la localidad. Tan sólo la creación, al calor de la Orden de 1846, de la Casa de Niños Expósitos, y el cambio de dependencia, producto del nuevo Concordato de 1851, de la Abadía de Alcalá la Real de la Archidiócesis de Toledo al Arzobispado de Granada, ofrecían algunas muestras de novedad en un reinado, el de Isabel II, caracterizado en Alcalá la Real por el continuismo y la oligarquización política.
Esta tranquilidad institucional contrastará fuertemente con el convulsivo periodo revolucionario del Sexenio Democrático (1868-1874), que en Alcalá la Real se adelantó un poco, concretamente al año de 1867, al producirse numerosas manifestaciones y agitaciones populares consecuencia de las carestías y malas cosechas agrícolas. A esta inestabilidad social se le terminará sumando el campo de la política: no en vano al continuismo del pasado le seguirán, entre1871 y 1873, cuatro elecciones generales en las que ningún candidato ni opción política repetirá designación.             
Pero la inestabilidad política pronto dio paso a un nuevo periodo de estabilidad, que para Alcalá la Real vendrá de la mano de la reforma de la Ley Electoral de 1878 por la que, al crearse la circunscripción electoral de Jaén, la ciudad y su cuerpo electoral quedaron subsumidos en dicha circunscripción. El continuismo y la oligarquización de tiempos pasados volvieron a las tierras alcalaínas con renovados bríos desde fines del siglo XIX, prolongándose a lo largo de todo el primer tercio del siglo XX.
Si los parámetros del comportamiento político no dejaban lugar a dudas sobre el éxito en la ciudad del turnismo canovista y del caciquismo electoral, los económicos y sociales no eran menos diáfanos. Como es sabido, el final del siglo pasado trajo consigo una profunda crisis agropecuaria que a unas tierras como las alcalaínas afectó sobremanera: su decidida especialización cerealícola desde mediados del siglo XIX le hizo sufrir hondamente las consecuencias de la caída generalizada del precio del producto, siendo buena prueba de ello un solo ejemplo: en 1886, según datos oficiales, 7.303propietarios de un total de 15.540 dejaron de serlo en el Partido Judicial. Las ventas forzadas por deudas y empréstitos, en unos casos, y la ruina, en otros muchos, acabaron provocando más de una de estas situaciones. A ello unámosle los devastadores efectos de la plaga filoxérica sobre los viñedos alcalaínos y tendremos el desolador panorama que presentaba la agricultura -fuente principal de recursos e ingresos en Alcalá la Real- en el umbral del siglo XX. 
Las penurias económicas se unieron a un creciente proceso de concienciación de clase entre los sectores populares y trabajadores, lo que dio lugar, desde inicios del siglo XX, al surgimiento de un movimiento obrero organizado y liderado en todo momento por la UGT. Así, desde la O.V. "La Emancipación", de filiación ugetista y fundada en 1904, hasta la O.V. "Unión y Defensa", fundada en 1933 bajo auspicios de la UGT, transcurrirá un largo periodo de asociacionismo de signo ugetista y socialista en Alcalá la Real que tuvo algunos de sus hitos en la fundación de la Agrupación Socialista en 1913, en la coyuntura de 1919, al fundarse cuatro agrupaciones ugetistas, o en la plasmación de la Asociación Agrícola Regional, también de signo ugetista y fundada en 1926.
El asociacionismo y la actividad reivindicativa de clase contribuyeron de forma notable al desgaste de los pilares institucionales y materiales del apoyo oligárquico y caciquil en Alcalá la Real. No debe extrañar, pues, que Alcalá la Real en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931apoyara mayoritariamente la opción política representada por republicanos y socialistas (14 concejales) frente al continuismo monárquico (8 concejales).Pero el decidido apoyo a la opción republicana y las esperanzas de cambio puestas en el nuevo régimen, en Alcalá la Real como en el resto del territorio provincial, no se vieron saciadas toda vez que muchos de los problemas que habían propiciado la crisis del régimen restauracionista van a quedar sin solución también en el corto periodo republicano. Las huelgas de 1933 y 1936 en Alcalá la Real en demanda de trabajo, la cifra de más de 1.000 obreros parados total o parcialmente en 1931 de un total de 2.000, o los más de 1.340 jornaleros sin tierra y 861 pequeños campesinos en el término municipal a la altura de1933, evidenciaban a las claras que el tradicional problema agrario subsistía a pesar de todo y que el intento de Reforma Agraria auspiciado con la llegada del régimen republicano estaba en vías de fracasar.
Este fracaso no hizo sino radicalizar las posturas de los sectores sociales enfrentados en un orden social y agrario claramente injusto y desigual. La opción revolucionaria del campesinado jiennense -y alcalaíno, por ende-concluyó finalmente en la gestación de un nuevo conflicto, esta vez civil, en el que Alcalá la Real nuevamente, desde los inicios de la contienda, volverá a ocupar su ya tradicional posición de frontera. En efecto, el 30 de septiembre de1936 las tropas rebeldes del general Franco van a tomar la ciudad de Alcalá la Real sin apenas resistencia dentro de un conjunto de operaciones militares que cabría encuadrarlas en el marco del denominado socorro a Granada. Tras este hecho, y fruto también de la estabilización de los frentes militares en Andalucía con la toma de Málaga en 1937, Alcalá la Real apenas si vivirá acciones bélicas de importancia hasta el final de la contienda civil en 1939. La represión franquista en los momentos inmediatamente posteriores a la toma en 1936 y la reinstauración de los valores del viejo orden rural oligárquico acompañarán la vida de los alcalaínos no sólo durante la Guerra Civil sino también durante el largo periodo de letargo político e institucional que significó el franquismo, del que finalmente se saldrá con la muerte del dictador y el inicio de la transición democrática.
 
RECURSOS
Es centro de influencia de muchos municipios limítrofes de las provincias de Jaén, Granada, Córdoba y de 14 aldeas que tiene adscritas a su término. El sector servicios ocupa aproximadamente al 40 % de la población activa, al ser cabecera comarcal. Es eminentemente agrícola, y prácticamente todo el suelo municipal está cultivado. El olivar y su industria transformadora son la actividad económica  principal, complementada con la ganadería, principalmente caprina, y el cultivo del cerezo, en el sector agrario. Los derivados plásticos, la artesanía y los transformados metálicos son también actividades de importancia. En lo referente a su suelo industrial dispone de un polígono industrial de promoción pública ubicado a las afueras del núcleo urbano. Tiene en la actualidad un grado de ocupación muy alto y está dotado de todos los servicios necesarios para empresas medianas y grandes. Además dispone de otro pequeño polígono en fase de creación a tres kilómetros del casco urbano, en la pedanía de Santa Ana. Parcelas de 1.000 a 1.500 m2, con alto índice de edificabilidad. Ideal para pequeñas empresas. 
PATRIMONIO
La FORTALEZA DE LA MOTA que corona el monte de igual nombre. El Castillo de la Mota fue mandado construir por el segundo Señor del Reino de Granada,"Aben-abus Ben-Zeiri", hacia el año 1000. Aquí prepararon los Reyes Católicos el asalto a Boabdil, conquistando el último Reino árabe de Granada. La fortaleza la formaban tres líneas de muralla con siete puertas (hoy tan sólo tres). Entre las puertas destaca la de la Imagen, situada en la torre del mismo nombre.


     

La ALCAZABA que constituye el recinto militar de la antigua ciudad musulmana, formada por tres torres (Campana o Vela, Mocha y del Homenaje) en torno a un patio de armas. La Torre del Homenaje, de más de 20 metros de altura, consta en su interior de un aljibe y una gran sala en su piso medio, la "Sala del Homenaje". En ésta se encuentra hoy un museo arqueológico con piezas que datan desde los orígenes de la historia alcalaína hasta nuestros días. Destacan dos lápidas musulmanas, una en piedra de época califal; la otra en mármol alabastrino de un caballero abencerraje de época nazarí. A los pies de esta torre una gran puerta da acceso a las viviendas y a la "medina", o ciudad musulmana.?

 
IGLESIA DE SANTO DOMINGO DE SILOS de estilo gótico.  Se asienta sobre los cimientos de una mezquita. En esta iglesia  fue bautizado el famoso imaginero del renacimiento manierista, vecino de la villa, Juan Martínez Montañés. El  castillo, en cuya torre del homenaje se ha instalado un pequeño museo arqueológico. 

La IGLESIA ABACIAL de SANTA MARIA LA MAYOR Iglesia erigida por Alfonso XI en el s. XIV y profundamente reformada en el s. XVI, en la que trabajó Diego de Siloé. Es de estilo renacentista (plateresco), presenta en su interior una soberbia bóveda de nervios sostenida por esbeltas columnas.
La iglesia fue construida sobre los cimientos de la antigua Medina, imponiendo el nuevo orden cristiano en la fortaleza. Recientes excavaciones han descubierto en su nave dos aljibes romanos, otro medieval y diversas tumbas excavadas en la roca y criptas de época renacentista, al igual que restos de la primera iglesia gótica. Destaca en este entorno la Capilla del Deán. 

IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA Construida entre los  siglos. XVI y XVII sobre una ermita tardo-medieval. Contiene una capilla, trazada por Ginés Martínez de Aranda (renacimiento). Es una iglesia muy popular, en pleno centro del casco antiguo.
  
IGLESIA DE LA CONSOLACIÓN, Iglesia de estilo renacentista, fue edificada por los franciscanos en 1539 y remodelada en el siglo XVII. Su torre fue construida en el siglo XVIII. 


IGLESIA DE LAS ANGUSTIAS,  De estilo neoclásico (siglo XVIII). Atribuida a Ventura Rodríguez. Tiene una bóveda de piedra, de perfecta cantería. Destaca el retablo renacentista de Santo Domingo de Silos, patrón de Alcalá, obra de Juan Raxis y la pila bautismal de la antigua parroquia de "Santo Domingo de Silos", así como  su valioso archivo parroquial.

EL TEMPLO DE SAN ANTÓN, Construido en el siglo XVIII sobre una antigua ermita renacentista. Bóveda elíptica. Estilo neoclásico. 

EL PALACIO ABACIAL
Con su magnífica fachada de estilo barroco (siglo XVIII). Lo mandó construir el Abad D. Lorenzo Esteban Mendoza y Gatica. Destaca la fachada y el patio de columnas interior.


CONVENTO DE LA ENCARNACIÓN
De estilo renacentista. Pertenece a las Madres Dominicas. Destaca la doble reja del coro bajo de esta sobria iglesia y el interior del convento. 










CONVENTO DE LAS MADRES TRINITARIAS, este edificio del siglo XVII alberga la pequeña y milagrosa imagen del Niño del Coro y otras joyas artísticas pertenecientes al antiguo convento situado a los pies de la fortaleza, donde se han encontrado restos del cementerio musulmán. 


FUENTE DEL PILAR DE LOS ÁLAMOS de estilo renacentista. Emblema de la ciudad, construido en 1552. Posible obra de Jacobo Florentino. Dos guerreros sostienen el escudo de Alcalá la Real, guardados por dos animales mitológicos, mezcla de león y águila (grifos), símbolos de la defensa de la ciudad.  Multitud de edificios del s. XVIII como el Ayuntamiento, la alhóndiga y pescadería.     
FIESTAS
  • El día de San Antón. Es típico en esta localidad encender hogueras en la plaza. Los más atrevidos saltan por encima de las llamas. Tiene lugar el 16 de Enero.
  • La Candelaria, 2 de febrero.  Se ofrecen a la virgen pichones disfrazados al antojo popular y tartas, que se consumen por todos los asistentes a la procesión.
  • La noche de los tambores, el 18 de marzo, inicia la primavera. En las hornacinas dedicadas al patriarca San José en los altares de las calles Abad Palomino y Oteros, los vecinos encienden lumbres y se comen pestiños mientras las bandas de cornetas y tambores ponen música a la noche.
  • La Semana Santa destaca por su originalidad. La Hermandad de los Apóstoles,  acompañada por el ejército de judíos, de rostrillos blancos, y los sayones de rostrillos negros, del Ecce-Homo, narran la pasión de Cristo con pregones de peculiar entonación acompañados por la música de trompetas de hojalata y tambores roncos. Son escenas de enorme belleza por la simplicidad de la representación mímica y por lo ancestral de la expresión hablada que tiene su origen en los autos sacramentales del barroco. 
  • Del 1 al 3 de Mayo se festeja el día de la Cruz. 
  • San Antonio. Se celebran durante la primera quincena del mes de junio con actos religiosos en honor al santo, competiciones deportivas, actuaciones musicales y verbenas populares 
  • San Juan, el 23 de Junio. El fuego y la magia se unen en Alcalá la Real cuando una bruja de trapo desciende del campanario de la iglesia de San Juan para ser quemada, a las 23.30 horas, en la hoguera que se levanta en la víspera de la festividad del evangelista delante de la puerta del templo.
  • Nuestra Señora de las Mercedes. Sus fiestas conmemoran la reconquista de la ciudad y se celebran en torno al 15 de agosto con actuaciones musicales, competiciones deportivas y verbenas populares.  San Roque. Del  15 al 18 de Agosto. Procesión, verbena y otras actividades de ocio y deportivas se desarrollan en la aldea de Mures. 
  • Virgen de la Coronada, 28 de Agosto. Procesión, campamento, deportes y verbena, en la que no falta el ponche, son algunas de las actividades que se celebrarán con motivo de esta festividad en la aldea de Fuente del Rey. 
  • San Mateo del 19 al 21 de Septiembre. Durante la segunda quincena del mes de septiembre, se celebra la Feria Real de San Mateo cuyo origen es una antigua feria de ganado. 
GASTRONOMÍA
La cocina tradicional de Alcalá posee gran número de recetas propias en las que el aceite de oliva juega un papel importante, como no podría ser de otra forma. Las recetas locales con mayor tradición son:
  • Jarrete con zanahorias, el arroz caldoso -que se puede hacer con pollo o con lomo de orza-
  • Cachorreñas 
  • Carne a la 'secretaria". 
  • Otros platos típicos son el potaje de habas, la perdiz encebollada y los productos de la matanza. Entre los postres, destacan algunos hojaldres caseros, procedentes de la tradición islámica, que durante tantos años dominó estas tierras, los higos de monja, milhojas, o bien, las sencillas y tradicionales tortas de aceite, rellenas de nueces y pasas. Esta buena repostería acompañada de los aguardientes, anisados, manzanillas y en Navidad el arresoli. 
ALOJAMIENTO
  • Casa Rural “El Corral”. Aldea Ribera Baja. Tlfn.: 953 58 40 62 
  • Casa Rural “La Friolera”. Aldea Ribera Baja. Tlfn.: 953 59 33 12 
  • Casa Rural “Sta. Isabel de la Matanza”.Aldea Venta Agramaderos. Tlfn.: 953 58 11 26 
  • Casa Rural “La Gineta”. Aldea Mures/Ermita Nueva. Tlfn.: 953 59 75 37 
  • Casa Rural “La Huerta”. Aldea La Hortichuela. Tlfn.: 953 58 38 76 
  • Casa Rural “El Cerrillo o La Lastra”. Aldea La Hortichuela. Tlfn.: 610 36 37 42 
  • Casa Rural “Casa Fuente Álamo”. Aldea Fuente Álamo. Tlfn.: 957 54 19 10. 
  • Hotel Torrepalma. C/ Conde de Torrepalma, 2. Tlfn.: 953 58 18 00 
  • Hospedería Zacatín. C/ Pradillo, 2. Tlfn.: 953 58 05 68 
  • Pensión Río de Oro. C/ Abad Moya, 2. Tlfn.: 953 58 03 37. 
RESTAURACIÓN
  • Restaurante Casa Pedro. Avda de Andalucía. Tlfn.: 953 58 04 83 
  • Restaurante Rey de Copas. Ribera Alta. Tlfn.: 953 59 33 05
  • Restaurante Casa Rafa. Ctra. N-432 Km. 394. Tlfn.: 953 59 75 01. 
  • Restaurante Cucas. C/Alejo Fernández. Tlfn.: 953 58 41 30.
  • Mesón El Caminito. Avda. Iberoamérica, 13. Tlfn.: 953 58 20 71
  • Bar El Curro. Caridad, 6. Tlfn.: 953 58 30 50 
  • Bar Europa. Avda. de Europa. Tlfn.: 953 58 26 31 
  • Rincón de Pepe. C/ Fernando el Católico, 17. Tlfn.: 953 58 14 01 
  • Café tertulia Casablanca. C/ Federico García Lorca. 
  • Café Pub Madeira. Pasaje Álamos. 
  • Discoteca La Bolera. C/ San Salvador.

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